29 noviembre 2012

Aguafuerte del día 26 de septiembre de 2012

Sin ganas siquiera de pensar en nada, subí al primer subte que llegó (con demora, como siempre) a Primera Junta. No importa la hora, no importa la anticipación, ineluctablemente  lleno. De cualquier manera encontré un hueco conveniente con acceso a un caño. Una mano en éste y la otra en el libro. Me puse a leer para la clase del viernes: “Institucionalización del turismo como política pública en Argentina, siglo XX”. Suena terrible, no lo es. En fin, el viaje transcurrió sin demasiada conciencia del entorno hasta la combinación con Lima, en la que la caminata obligó a cerrar el libro. Puedo decir, comprobado después de varios días de observación empírica, que “Guitarrita” se fue. Gone. N’existe pas. Abandonó el pasillo de la combinación A con C. De vez en cuando está el folklorista. Pero hoy, ni eso. Combinación subterránea sin música ambiental.

Se suceden carteles azules con grandes letras y flechas blancas: SALIDA, a CONSTITUCIÓN, a RETIRO. El C venía milagrosamente con espacio vital aéreo disponible para bien recibir y acomodar al cardumen entre cuyos pescados me incluyo.
En el vagón estaban sentadas dos nenas con su papá, un laburante. Iban a la escuela con sendas imitaciones de muñecas Barbie. Las muñecas iban acomodadas sobre las piernas de las niñitas, en improvisadas camitas o bolsitas de dormir hechas con las bufandas de éstas. Malditas Barbies y sus sucedáneos. Muñecas que imponen ideales de mierda... En fin. Seguramente mi hija tampoco podrá escapar al dispositivo televisivo-escolar-comercial y, contra mi voluntad mas no contra el contexto imperante, tendrá una de estas féminas de proporciones imposibles.

Cruce de Santa Fe a las corridas. Y luego, caminata plácida por la explanada de la plaza y la bajada de Maipú. Ingreso al edificio antropófago. El ascensor demoraba. Opté por la escalera de emergencia. Abrir la puerta y recibir un cachetazo de aire helado fue todo uno. Eso y un ramalazo de olor a maderitas chamuscadas, a una especie de olor a preparativo de asadito, más coherente con un contexto de infancia-campo o de lugar de veraneo que con una obligada ubicación en Maipú y Juncal, en día laborable, a las 8 de la mañana. Nostalgia terrible por asaditos que de cualquier manera jamás como. La nostalgia era más bien por estar en otro tiempo y lugar.

Fichaje, apertura de puerta, encendido de luces de la oficina. Apertura de dos puertas más. La oficina en la que trabajo tiene un pasillo con una sucesión ridícula de puertas que recuerda al pasillo del superagente 86, pero con infinitamente menor onda, claro. Diferencia radical: las puertas no se abren graciosamente a mi paso, tengo que ir eligiendo cada vez una llave y luchar un buen rato con las cerraduras empastadas.

El escritorio. Dictador, maldito, lleno de papeles y pendientes. Tiré a un costado la cartera, el tapado, el pañuelo, las llaves y la tarjeta de fichar. Encendí la radio. Una de Sinatra: “The best is yet to come”.


23 noviembre 2012


Instantáneas – Subterráneas.

Continúan las travesías en el underground porteño. Pero no encuentro cómo relatarlas de manera interesante. A la abulia se suma una especie de tara reciente (otra más y van…) que yo estimo es producto de un surmenage o del tan mentado síndrome de burnout: en menos de 10 días me pasé de estación dos veces, debiendo apearme en Puán, subir la escalera, cruzar al otro lado, bajar y tomar el tren una estación hacia atrás. Siempre estoy jugada de tiempo, lo cual no hace más que confirmar que soy una reverenda pelotuda por perder preciosos minutos en esta operación de trasbordo y retroceso sin sentido.
Un retroceso que sí tiene sentido es el que hago de Lima a Plaza de Mayo y luego desde esa cabecera rumbo al destino final, para viajar sentada. Sí, encontré también esa manera de reducir exactamente a la mitad el suplicio del regreso. Viajo como el culo sólo en la C. Una vez llegada a la conexión con la línea A,  tomo el convoy al revés consiguiendo asiento y vuelvo evitando el apretuje.
Qué contar de estos últimos días: Que sigue habiendo, lamentablemente, cantidad de niños vendiendo y pidiendo (justamente mirando a uno ayer que pedía ayuda para la leche y el alquiler repartiendo papelitos, fue que me pasé de estación). Que Claudia Santoro sigue vendiendo su “Hecho en Buenos Aires” y que por estos días debe estar en Puerto Madryn, según me contó ella misma… Que hoy al salir del asiento para bajar, había tanta gente que arrastré el paraguas como pude, sin darme cuenta que le estaba clavando la punta terminal en el muslo a un pobre tipo que viajaba sentado frente a mí. Le pedí unas muy sinceras disculpas diciendo que no me había dado cuenta (la verdad) y respondió con mucha onda, como que no había problema. Carlos, pensé inmediatamente qué hubieras dicho. Que si era yo la damnificada / afectada por el paraguas de otro  hubiera puteado hasta en arameo… Y sí, me tocó molestar a un santo. Bueh… un beato. Tampoco para tanto, no le saqué un ojo con mi paraguas… Qué más… Que surgió una nueva versión de los vendedores ambulantes, el vendedor de productos audiovisuales con demostración incluída (circulan por los vagones con unos muy potentes equipos con pantallas y parlantes). Que estos laburantes a los que obviamente respeto (no hacen nada muy distinto a lo que a mí me a tocado en suerte), me alteran un poco el programa del regreso para el cual selecciono música que acompañe el paraíso que, a esa hora y en esa línea, significa el asiento de maderitas yendo al Oeste. ¿Por qué? Porque termino asistiendo a la lucha desigual que entablan Roger Waters, el Génesis de Peter Gabriel o Jethro Tull desde los diminutos auriculares de mi MP4 contra canciones infantiles chillonas, hits de boliche o el nada talentoso pero muy celebrado coreano de Gangnam Style que invade todo el vagón desde el aparatejo del vendedor. De más está decir quién gana. En el vagón y el mercado. En el vagón al menos, que es lo que más empíricamente puedo comprobrar, vi más de un piecito siguiendo el ritmo del coreano y un par de minas cancheras que bajaron en Castro Barros moviendo las caderas y levantando los brazos. No las quise mirar pasar por el molinete contoneándose. Hubiera sido demasiado, desde mi lugar de oficinista vieja, ojerosa, cansada, con imagen de madre descuidada, despeinada, hundida –si es que el material permite esa imagen- en mi asiento de plástico o madera, conseguido con paso apurado y la treta mezquina del viaje hacia atrás, con mi libraco sobre la globalización y la nada destilando pesimismo… No, no iba a mirar a ese panegírico de la fiesta que eran esas minas cancheras bailando al son de DJ Trucho. Entonces me concentro en los zapatos de los pasajeros, las bolsas, los libros, los celulares con los que juegan o escriben mensajes. Y así sucede, así es como me paso de mi destino. Sí. Una idiota. Qué le voy a hacer.
Pero también hay de los otros días, esos en que el viaje pasa relativamente liviano (porque la cabeza está idem). Y escuchando a mis músicos favoritos sin otra interferencia que el infernal ruido del subterráneo. Recuperando pedazos de canciones cuando la formación para por unos segundos en las estaciones, y perdiendo grandes partes en el trayecto. Y al bajar, el azar quiere que la que suene sea Janis Joplin, y su Summertime, y esa guitarra genial… Y entonces, caminando por la calle Guayaquil, sin dejar de apurar el paso porque hay que llegar a horario, pero con un aire que echa el pelo hacia atrás y refresca la mente, uno se siente un dios olímpico, con una postura recta y una altura de no menos de metro ochenta, caminando como por una pasarela gloriosa hacia un destino no menos magnífico, con la frente alta y el MP4 musicalizando ese momento memorable, hasta que una baldosa floja o un sorete de perro lo devuelve a uno a la cruel realidad de ser ciudadano de esta ciudad, miembro del proletariado, individuo o sujeto (por lo sujetado) de metro cincuenta y cuatro centímetros que araña el metro sesenta gracias a unos tacazos que un día van a provocar un desgracia.

15 enero 2009

Somas y ventanas


SOMA:

El fin de año trajo, forzado o no, un proceso doloroso...

En esos días salió toda la mierda... hablada, gritada, rumiada y vuelta a ser hablada...

A principio de este año recién estrenado, sucesivamente sufrí una especie de angina y el miércoles 7 una intoxicación. Esa misma noche vomité contenidos digestivos que ni imaginaba que tenía y superaban por mucho la ingesta de las tres semanas anteriores.

Largué TODO, por arriba y por abajo.

¿Qué querrá decir todo esto?


VENTANAS:

Del Capítulo 147 de Rayuela - Julio Cortázar.

"(...) hay que abrir de par en par las ventanas y tirar todo a la calle, pero sobre todo hay que tirar también la ventana, y nosotros con ella. Es la muerte, o salir volando. Hay que hacerlo, de alguna manera hay que hacerlo."

02 enero 2009

Iguales, pero diferentes



Cuando compartí la foto de este alcanfor que, en pleno verano, daba una hoja colorada, esperable en otoño pero nunca en diciembre, un alma sensible me regaló la lectura de un fragmento del poema EL ALBATROS, de Baudelaire. Todo relacionado con el ser diferente, el ser burlado quizás, el ser demasiado sensible y tener dimensiones demasiado vulnerables para un mundo como éste. Sigue el hermosísimo poema:
Por diversión, a veces, los marineros cazan
algún albatros, grandes pájaros de los mares,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al barco que navega sobre abismos amargos.
Ni bien los dejan sobre las planchas de cubierta,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
arrastran, lastimosos, sus grandes alas blancas
al costado del cuerpo, como si fueran remos.
¡Ese viajero alado, qué tosco ahora, y qué enclenque!
¡Tan bello hace un instante, qué feo y qué ridículo!
Para burlarse, uno le da a fumar en pipa;
otro, haciéndose el rengo, imita al que volaba.
El poeta es semejante al señor de las nubes,
que vive en la tormenta y se ríe del arquero;
exiliado en el suelo, abucheado por todos,
sus alas de gigante le impiden caminar.

28 noviembre 2008

Escalera en Avenida de Mayo


Hermosa escalera en un edificio de Avenida de Mayo al 1100, en Buenos Aires.

11 enero 2007

Sucesión II

Las noticias: Videos con la ejecución de Saddam, discursos de Chávez, el chequeo por email que los británicos pueden hacer acerca del nivel de amenaza terrorista, la web española que incita a la anorexia, la encuesta de Clarín que arrojó que un 75% de los encuestados piensa llevar a sus vacaciones aparatos tecnológicos (de ellos, la mayoría lo hará para estar conectado), los cibervigilantes texanos que chequean diariamente las imágenes de 12 webcams instaladas en la frontera y le cuentan a las autoridades si ven algún "intruso" mexicano (estos "Gran Hermano" en negativo, ayudaron a la detención de 10 inmigrantes ilegales, y hay más de 200.000 entusiastas del buchoneo registrados para señalar la entrada de los vecinos tercermundistas), Bielorrusia cortándole el gas a Europa Occidental, el nuevo plan de Bush para Irak y el reconocimiento de sus 'errores' con el plan anterior (errores=muertos). Más de este lado, en Argentina, el gobierno y su pretendido triunfo sobre la inflación en 2006, que fue de un dígito sólo por algunas manganetas, pero en rigor sufrimos incrementos, los cortes de rutas, las protestas, los crímenes que para la sociedad voyeurista se convierten en culebrones de la realidad, los hospitales con sus eternas deficiencias, las huecas notas costumbristas de verano, etc, etc, etc. Todo esto anunciado por la mass media a grandes voces, con gran velocidad y casi en simultáneo con cada acontecimiento.
Entonces uno recuerda a Heidegger:
"Cuando se haya conquistado técnicamente y explotado económicamente hasta el último rincón del planeta, cuando cualquier acontecimiento en cualquier lugar se haya vuelto accesible con la rapidez que se desee, cuando se pueda «asistir» simultáneamente a un atentado contra un rey en Francia y a un concierto sinfónico en Tokio, cuando el tiempo ya sólo equivalga a velocidad, instantaneidad y simultaneidad y el tiempo en tanto historia haya desaparecido de cualquier ex-sistencia de todos los pueblos, [...] entonces, sí, todavía entonces, como un fantasma que se proyecta más allá de todas esas quimeras, se extenderá la pregunta: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y luego qué?"

Heidegger, Introducción a la Metafísica.

10 diciembre 2006

Flagstad Walkure

Pocas palabras, mucha música: Wagner

Anoche en casa nos dimos un concierto sin la violencia de la luz artificial de la sala, aprovechando resplandores de la calle y mirando hacia las plantas del balcón, mecidas por un viento que aliviaba el calor.
Sonaron Rachmaninoff y Wagner. De este último, todas sus oberturas.
Conversamos sobre hipótesis acerca del gusto de los nazis por la obra wagneriana. Evidentemente las leyendas teutonas (excepción, Tristán e Isolda, que es celta) exaltaban lo nacional, lo germano.
Pero entonces escuchamos las oberturas tratando de no recordar el horror nazi, ni las exaltaciones de los '30s. Mirando hacia un siglo anterior, cuando fueron compuestas.
Volviendo a leyendas, hablando de Kirsten Flagstad (una de las sopranos que mejor ha interpretado a Wagner, la mejor "Brunilda" según muchos, la intérprete que siempre me nombra la abuela, sobre todo en "la muerte de Isolda").
Entonces hoy, husmeando, encontré un video en el que Bob Hope presenta a Flagstad. Y una versión, muy limpia, para escucharla en El Poder de la Palabra, de Isolde Liebestod, la muerte de amor de Isolda.
La sinopsis de la ópera puede leerse en Wagnermanía. Es muy larga para sintetizar aquí.
Otra leyenda hermosísima, hecha ópera, es Tannhäuser. Una buena síntesis es la del Espasa-Calpe: Tannhäuser es un "personaje de la leyenda alemana, que habiendo penetrado en el interior del Venusberg (Montaña de Venus) fue a impetrar el perdón de sus pecados al papa Urbano IV, quien se negó a concedérselo mientras no reverdeciese un palo seco que le mostró. Desesperado ante lo que él juzgaba imposible, volvió Tannhäuser a la Venusberg, pero al tercer día se realizó el prodigio reverdeciendo el bastón, y aún cuando el pontífice mandó a buscar a Tannhäuser por todo aquel país no se logró dar con él. Esta leyenda inspiró a Wagner para su ópera (1845)."
Hermosa obertura también ésta.
Es cautivante ese dolor desgarrador, la desazón de Tannhäuser que se vuelve descorazonado, no perdonado por sus pecados. El mismo desgarrador dolor de amor, profundísimo, de Isolda. Y todo eso tan bien expresado por la música. Tanto, que sobran mis palabras.
Además de los links, posteo arriba un video de la única: Kirsten Flagstad, interpretando a Brunilda, en La Walkiria.

01 diciembre 2006

Música nueva: El "HANG"

Estuve pensando seriamente en cerrar este blog, o más bien, dejarlo abandonado, por calvicie de ideas y abulia... Pero Buenos Aires y sus calles siguen dándome qué pensar y qué escribir para comunicar, aunque no lo lea nadie...

El miércoles íbamos con Mariana por la calle Florida y sentada allí había una chica tocando un instrumento extrañísimo y de sonido hermoso. Ella parecía salida de un bosque. Uno de esos seres etéreos que parecen extraños a la sordidez ambiente de la calle.
Ni idea teníamos acerca de qué era aquello. Sólo veíamos que se trataba de instrumento metálico de percusión, con forma de OVNI, que al solo toque -a veces, caricias- de las manos de la chica, emitía sonidos cautivantes, muchas veces parecidos a los de un instrumento de cuerdas.
Le dejé unas monedas en el gorro y seguimos escuchando un rato.
Ya estaba desesperanzada en eso de saber de qué se trataba aquél instrumento, pues la chica interpretaba largamente un lindo tema de canto y percusión y nosotras ya teníamos que irnos a una cena con gente de la oficina. No podía preguntarle nada. Y no era de los músicos habituales de la calle Florida. Era probable que no la viéramos más...
En eso, entre la veintena de personas que la escuchábamos, aparece una mujer que nos pregunta a Mariana y a mí sobre el (hasta entonces y para nosotras) desconocido instrumento.
De la nada apareció un hombre, de estas personas que por fortuna están al tanto de todo, que mágicamente aparecen cuando uno necesita saber y que, quién sabe por qué misterio, se deciden a comunicárselo justamente a uno.
La cosa es que, escuchando nuestro discurrir, nos dijo que eso era un "hang" (tuve que pedir que lo deletreara): un instrumento suizo cuyo nombre significa "mano" en dialecto Bernés. Luego dijo que costaba alrededor de € 450.
Quedó todo ahí... y me fui con Mariana, llenando la caminata de varias cuadras con comentarios sobre el hallazgo.
Hoy, dos días después, Internet viene al rescate. Haciendo click en la página de Hang Music pueden conocer no sólo algo más acerca del instrumento (muy moderno por cierto, lo crearon los suizos en el año 1999) sino además se puede escuchar buena música en la "Hang Box".
Pienso: cuando uno cree que todo está inventado (incluso lo más vil) aparece gente que se dedica a agregarle al mundo cosas nuevas y buenas...



13 noviembre 2006

"Aguadébil" sobre la cosa nostra argentina

Después de mucho gambetear y analizar la posibilidad, finalmente vencí mi fiaca dominguera, me decidí a salir del departamento, bajar y leer mi librito en el café de la esquina de casa.
Desagradable sorpresa me esperaba en el bar: las pantallas de TV a todo lo que daban con el partido del momento y el 2 a 0 de Indepentdiente a Racing.
En eso, los incidentes de siempre y se suspende el partido.
El hombre de la mesa de atrás: "¡Qué bárbaro! ¡Qué vergüenza!". Esto lo dijo unas diez veces seguidas.
En la esquina opuesta, dos cartoneros. Eso sí que no parece ser una barbaridad para nadie. Que otros tengan que salir a revolver basura ajena.
En esta era de la híperconexión, ahora celular en mano, vuelve a la carga el tipo de atrás: "Sí, ¿Fulano? ¿Viste? ¡Que vergüenza!... Sí, sí... lo estoy viendo. Justo salí a comprar algo y me vine a tomar un café en el bar. (...) ¡Pero mirá vos! Se tiran piedras con todo... Bueh... Ahora en un rato nos vemos."
Los cartoneros están hace tanto tiempo ahí... deben estar esperando a que los porteros saquen las bolsas.
Y el de atrás que cerró el celular pero no le afloja al monólogo: "¡Qué bárbarooo!".
Dan ganas de voltearse y decirle: "Bueno. Basta, viejo. ¡Es sólo un partido!"
Ya me imagino los noticieros de mañana.
Yo estoy leyendo las reflexiones del Zaratustra de Nietzsche y he de admitir que ni bien entré al café con la intención de pasar un rato leyendo, me molestó esta especie de "copamiento" del café "amigo" por el sempiterno y omnipresente fútbol.
El de atrás se va enojado, con sus bolsas de compras y una revista de la National Geographic en la que seguirá viendo otros ejemplos de la vida animal, eso sí, un poquitín más civilizada que la de la cancha...
Pensé que con la suspensión del partido se salvaban mis planes originales de leer en paz, pero claro, ahora en la TV el dilema nacional apenas comienza y ahí está toda esa caterva de opinólogos discurriendo sobre las medidas a tomar, y bla, bla, bla...
Al fin termina el programa. A ver si puedo leer un poco... ¡Nooo! Sacan TYC y ponen Fox Sports... Boca-Quilmes. Es increíble la habilidad de esta gente para encontrar siempre un sucedáneo. Creo que deberé ir buscándole un reemplazo a este café. Al menos, los domingos a la tarde...
El carro de los cartoneros tiene una chapa que dice "ALQUILO", probablemente era un cartel de inmobiliaria.
Hace un rato, uno de ellos estaba tendido en la vereda sobre unos papeles. Ahora también se echó el otro. Se incorpora y busca algo en los bolsones. El que parece más reflexivo, más pensativo de los dos.
En otra mesa del bar una mujer que toma té con una amiga habla con una tercera por celular. Sobre algún trabajo de psicología o medicina... sobre adicciones, vulnerabilidades, consecuencias sociales...
Y en la entrada a mi edificio, el hombre del 1º, el símil Einstein que tiene problemas para caminar, entra con su perro.
La mujer del celular sigue con palabras como autocontrol, comportamiento de la persona, la alcoholemia de los choferes... Y luego "Chau, hasta mañana. Que te vaya bien", le desea a la que supuestamente tiene la entrega o el examen.
Otro colectivo 111 y dos taxis en la esquina, dos mujeres viejas cruzando hacia el kiosco.
En el interin pusieron música en el bar. La cosa va mejorando.
Por la ventana se ve: gente que pasea perros, bicicletas, padres con chicos.
Las canciones del bar: "Espero que ella vuelva y me diga..."
Parece que Einstein es dueño del VW marrón que suele estar estacionado frente al edificio. Le levantó el capot, se lo cerró. Ahora entra de nuevo. El cartonero pensativo se está fumando un pucho.
En la radio: "Muerdo el anzuelo y vuelvo a empezar de nuevo, cada vez..." Los abuelos de la Nada... "caminando, caminando, veo mil calles que tal vez yo pueda cambiar..."
Por la esquina de enfrente ya voy contando como seis o siete carritos de bebés. Hasta uno doble, con mellizos.
Ahora sí estamos todos, por la esquina acaba de pasar el "Trencito de la Alegría" lleno de monigotes, chicos aburridos y padres resignados.
El único silencioso de este paisaje que describo mal, es un gran jacarandá que llega al quinto piso del edificio. No es majestuoso, de cualquier manera es hermoso y cada tanto regala unas flores a la vereda y a la calle. Esto me recordó uno de mis pequeños sueños que se era, en el caso de tener alguna vez una casa con al menos dos metros cuadrados de jardín, poder plantar un jacarandá.
Sigo mirando por el ventanal del bar.
un poco después de ver pasar gente, decido que es suficiente, que la calle ya no me ofrece la gran cosa. Y vuelvo a Nietzsche:
"¿Qué ocurrió entonces, hermanos? Me superé a mí mismo, a mis sufrimientos; llevé mi propia ceniza a la montaña y me inventé una llama más brillante. ¡Y he aquí que se retiró de mí el fantasma!"
Todos los transmundos se han originado en el sufrimiento y la impotencia, y en esa fugaz felicidad ebria que sólo el que más sufre experimenta.
(...) Ansiaban escaparse de su miseria, pero las estrellas quedaban demasiado lejos. (...)"
"La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a la vida, sino porque estamos acostumbrados al amor.
Hay siempre un poco de locura en el amor. Más también hay siempre un poco de razón en la locura. (...)
He aprendido a caminar; desde entonces 'me pongo a correr'. He aprendido a volar; desde entonces no espero a que me empujen para moverme del sitio.
Ahora soy ligero; ahora vuelo; ahora me veo debajo de mí; ahora un dios baila a través de mí.
Así habló Zaratustra."
De nuevo la calle.
Se levantan los cartoneros.
La paciencia ¿premia? al pensativo con mucho cartón que le han dado en algún lado, probablemente por la puerta de la cocina de este mismo bar en el que estoy.
El otro se incorpora más lentamente y se mira en el espejo retrovisor de la camioneta que desde hace meses está con cartelitos de venta en la esquina.
Cruza, mira al tipo del Renault que tiene un colchón en el techo. Vuelve a los carros.
Ahora desarman las cajas. Un poco después, se van.
Yo también. Pido la cuenta.
Entro al edificio.
Está la encargada en la puerta. La saludo con un: "Hola, ¿cómo le va?"
Me responde con un: "Bien, acá... terminando el domingo."

07 noviembre 2006

Nosotros los dinosaurios

Nacimos así
en medio de esto
mientras rostros de tiza sonríen
mientras doña muerte ríe
mientras los ascensores se rompen
mientras panoramas políticos se disuelven
mientras el chico del supermercado
termina la Universidad
mientras peces envueltos en petróleo
escupen su aceitosa plegaria
mientras el sol está enmascarado.
Nacimos asíen medio de esto
en medio de guerras prudentemente enloquecidas
en medio del paisaje de fabricas con ventanas
rotas y vacías
en medio de bares en donde la gente ya no habla
en medio de peleas que pasan de los puños
a las armas y a las navajas.
Nacimos en esto,
entre hospitales tan caros que es más barato morirse
entre abogados que te cobran tanto, que es más
barato declararse culpable.
En un país donde las cárceles están llenas
y los manicomios cerrados.
En un lugar donde las masas elevan a los ineptos
a la categoría de héroes.
Nacimos en esto,

caminamos y vivimos a través de esto
muriendo por esto
mutando por esto
silenciados a causa de esto
castrados,
abusados,
desheredados por esto,
engañados por esto,
usados por esto,
jodidos por esto,
enloquecidos y enfermos por esto,
convertidos en seres violentos
convertidos en seres inhumanos
por esto.
Los corazones están ennegrecidos
los dedos buscan las gargantas
al revolver
la navaja
a la bomba
los dedos se dirigen hacia un Dios insensible
que no responde.
Los dedos van a la botella
a las pastillas
a la pólvora.
Hemos nacido en medio de esta lastimosa devastación
hemos nacido en medio de un gobierno
endeudado hace 60 años
que pronto no podrá pagar siquiera los intereses
y los bancos arderán
y el dinero no servirá para nada.
Habrá asesinos libres e impunes por las calles
habrá pistolas y mafias oficiales.
La tierra se volverá inútil
los alimentos serán una recompensa que se esfuma.
El poder nuclear estará en manos de la mayoría
explosiones sacudirán la tierra.
Hombres robot afectados por radiaciones
acecharán a otros hombres.
Los ricos y los elegidos observarán
desde plataformas espaciales.
El infierno de Dante parecerá un juego de niños.
El sol ya no se verá y será siempre noche
los árboles morirán
toda la vegetación morirá
hombres afectados por radiaciones comerán
la carne de otros hombres afectados por radiaciones.
El mar estará contaminadolos lagos y los ríos desaparecerán
la lluvia será el nuevo oro.
Un viento oscuro esparcirá el hedor de
cuerpos putrefactos de hombres y animales
los escasos sobrevivientes serán,
asediados por nuevas y horribles enfermedades.
Y las plataformas espaciales se irán destruyendo

por el desgaste y la escasez de provisiones
y el simple efecto de la decadencia general.
Y entonces surgirá de eso
el silencio más hermoso
jamás oído
y el sol todavía ahí, oculto
estará esperando el próximo capítulo.

C. Bukowski


30 octubre 2006

Bloody Sunday


Escribo esto detrás de una receta homeopática.
Maldito domingo.
A eso de las seis no podía más con el encierro horizontal y salí del departamento, a caminar. A las dos cuadras, y cuando venía observando que increíblemente todavía la vereda estaba llena de flores de jacarandá sin pisotear pero insistentemente barridas por un comerciante, se me ocurrió ir a ver qué daban en el cine. (Sin compromiso, si nada me llamaba la atención, me daba media vuelta y listo). En la fila, saqué entusiasmada mis cupones de descuento pero ¡cuac! habían vencido el 25/10. No solamente la entrada iba a costarme $ 14,50 sino que la cajera me enchufó un horroroso bombón de fruta por los $ 0,50 de vuelto.
Faltaba todavía un rato largo antes del inicio de la función, de lo que se derivó una caminata sin rumbo, buscando un locutorio para hablar con mi abuela y avisarle que volvería tarde y que la llamaría tarde también.
Otra vez se me presentó la recurrente idea de la calle hostil. Para conjurar a esta enemiga se me ocurrió ir a algún café. La ausencia de bares con mesas libres sobre las ventanas para pasar el rato hasta el inicio de la película, me llevó a sentarme en esta oscura y roja sucursal de "il Gatto" en donde hojeo distraída un ejemplar de la insulsa revista "Viva".
Curiosidad del tour pre-cine y pre-café: en las cabinas del locutorio, que quedaba dentro de un kiosco de golosinas, había calcomanías de "Asistencia al Suicida". Me pregunto... los potenciales suicidas... ¿se darán el tiempo para caminar hasta el locutorio amigo antes de tomar la terrible determinación? Yo pensaba que, además de las consabidas opciones que albergan las vías del tren o del subterráneo, el suicidio era algo que se decidía en la pesada soledad de la casa. Aunque pensándolo bien, quizá justamente por eso pegaron allí los stickers: para los que salen a estar solos-entre-otra-gente. Al menos para esos.
La película merece un capítulo aparte. La verdad es que había sacado la entrada sin pensar mucho en las opciones. No quería nada lacrimógeno, aterrorizante, pesadamente político ni tontamente pasatista. Pero, entre todas las posibilidades, elegí la que me pegó por un subtítulo que prometía algo: Pequeña Miss Sunshine (Todos quieren parecer normales).
Me pegó eso de la normalidad y la apariencia. También el hecho de que se tratase de una película seleccionada del Festival de Sundance. Entré sin embargo dispuesta a pasar el rato, y poco más.
Salí maravillada con una trama que va y viene de manera muy inteligente sobre figuras de perdedores que aspiran a más sin lograrlo, pero sin caer definitivamente. Me pareció tremendamente humana. Como dice alguna crítica, es un "vistazo a las sorprendentes recompensas de ser un perdedor dentro de una cultura obsesionada con la victoria."
La vuelta fue con el buen sabor del rato pasado, con el paso apretado enfilando a casa, con las flores de jacarandá aplastadas o barridas, tan distintas de apenas unas horas atrás.
Y así pasó otro inapetente, cansado, hastiado, desanimado, pesado, adormecedor, soporífero, desesperante, fastidiado, tedioso, hartante, interminable y desganado domingo.
Mejor que si lo hubiese planeado.
A veces las cosas salen así.
Por suerte.

20 octubre 2006

Saber hacer, disfrutar lo que se hace



"Creo que uno debería intentar hacer aquello que sabe hacer, y algo aún más importante, debería aprender a reconocer a tiempo qué es lo que sabe hacer."

Federico Fellini

18 octubre 2006

Dylan


Sí, soy un ladrón de pensamientos,
un ladrón de almas no, se los juro;
he construido y reconstruido
sobre lo que está esperando
porque la arena de las playas
esculpe muchos castillos
sobre lo que ya estuvo abierto
antes de mi llegada
una palabra, una musiquilla, una historia, una línea,
llaves en el viento para que mi mente huya
y proporcionar a mis cerrados pensamientos una
[corriente de aire fresco,
no es lo mío, sentarme y meditar
perdiendo el tiempo preguntándome
pensando pensamientos que nunca han sido
[pensados,
pensando sueños que nunca han sido soñados,
nuevas palabras que se armonizarían rimando...;
nuevas palabras que se armonizarían rimando...,
me importan un pito las reglas nuevas
puesto que aún no han sido fabricadas;
grito lo que suena en mi cabeza
sabiendo que yo y los de mi especie somos
lo que haremos con esas reglas...;
si la gente de mañana
tiene la verdadera necesidad de las reglas de hoy,
fiscales del tribunal supremo, únanse,
el mundo no es más que un tribunal,
sí,
pero yo conozco a los acusados mejor que ustedes
y mientras ustedes se dedican a juzgarlos,
nosotros nos dedicamos a silbar,
limpiamos la audiencia,
barriendo, barriendo,
escuchando, escuchando,
guiñándonos el ojo,
cuidado,
cuidado,
pronto les tocará a ustedes.

BOB DYLAN: Escritos y dibujos.


Esto es citado por Gilles Deleuze en su libro "Diálogos" con Claire Parnet.
Y lo que escribe Deleuze a continuación tampoco tiene desperdicio:
"Arrogancia y prodigio, modestia también de este poema de Bob Dylan. Lo dice todo. (...)
Ni método, ni reglas, ni recetas, tan sólo una larga preparación. (...) Tener un saco en el que meto todo lo que encuentro, pero a condición de que también me metan a mí en el saco. En lugar de resolver, reconocer y juzgar, hallar, encontrar, robar. Reconocer es lo contrario del encuentro. Juzgar es oficio de muchos, y no es un buen oficio; no obstante es el uso que muchos hacen de la escritura. Antes ser barrendero que juez. Cuanto más se ha confundido uno en la vida, más lecciones da; nadie mejor que un estalinista para dar lecciones de no-estalinismo y enunciar nuevas reglas. Hay toda una raza de jueces. La historia del pensamiento se confunde con la de un tribunal, pretende ser un tribunal de la Razón pura, o de la Fe pura... Por eso las personas se atreven a hablar con tanta facilidad en nombre y en lugar de los demás, por eso les gustan tanto las preguntas y saben plantearlas y responderlas tan bien.
También hay quienes reclaman ser juzgados aunque sólo sea para que se les reconozca culpables. En la justicia se invoca una conformidad, aunque sea a reglas inventadas, a una trascendencia que se pretende desvelar, a unos sentimientos que los empujan. La justicia, la justeza, son muy malas ideas. Hay que oponerles la fórmula de Godard: no una imagen justa, justo una imagen. Da igual en filosofía que en una película o en una canción: no ideas justas, justo ideas.

Y aquí me viene "justo" una frase que Susana me mandó el otro día, a propósito de este director de orquesta finlandes, Esa-Pekka Salonen (traduzco más abajo):
"I believe we are seeing the light at the end of the tunnel. We can find new power in the physical dimension... I am no longer interested in distance. I want to be near things and in the middle of things, not outside,"
"Life is too short to be wasted entirely on theoretical deliberation. Self-expression is of growing importance to me. I am increasingly interested in the musical elements that produce reactions in listeners: the factors that stir the feelings of listeners, make them laugh and make them cry."
“Creo que estamos viendo la luz al final del túnel. Podemos encontrar un nuevo poder en la dimensión física… Ya no estoy interesado en la distancia. Quiero estar cerca de las cosas y en medio de las cosas, no afuera."
"La vida es demasiado corta como para desperdiciarla únicamente en deliberaciones teóricas. La auto-expresión adquiere creciente importancia para mí. Estoy cada vez más interesado en los elementos musicales que producen reacciones en los oyentes: los factores que movilizan sus sentimientos, que los hacen reír y los hacen llorar.”

Él habla sobre su métier, pero no deja de estar vinculado con lo que exponen Dylan y Deleuze a su modo.
Díganme ahora quién de nosotros, en medio de la superabundancia de información y teorías, en medio del ahogo de ofertas y la apabullante ola de consumo de cosas, ideas y personas, no ha querido retirarse, al menos por un rato... casi jugando, a la simplicidad, a la sencillez. A un ámbito en donde todo esto (cosas, ideas y personas) sean más claros, más diáfanos, menos amenazantes, menos hostiles.

La imagen la tomé cuando cursaba Fotografía, allá por el '95. Se trata del hermoso Puente Viejo de San Antonio de Areco.

15 octubre 2006

Avec Matisse, mit Bach







Estas son las cosas que permite la visita a casa de mi familia. Estoy en la PC de mi hermano. Posición de Buda sobre la silla. Escucho el Concierto para 2 violines BWV 1043 de Bach, mientras busco pinturas de Matisse...

Imágenes (en orden): Matisse, Flores en un jarro / Matisse, Pensamientos sobre una mesa / Fotografía de Matisse.